La jornadas "Maridaje de Culturas" se van a celebrar durante la Cuaresma y no
podemos pasar por alto en qué consiste este tiempo litúrgico, para acercarnos a
la gastronomía de la cultura cristiana en estas fechas.
La práctica de
La duración de la
Cuaresma está basada en el símbolo del número cuarenta en la Biblia. En ésta, se
habla de los cuarenta días del diluvio, de los cuarenta años de la marcha del
pueblo judío por el desierto, de los cuarenta días de Moisés y de Elías en la
montaña, de los cuarenta días que pasó Jesús en el desierto antes de comenzar
su vida pública, de los 400 años que duró la estancia de los judíos en Egipto.
Si para la población en general, la prohibición de
comer carne y productos derivados durante la cuaresma era estricta, todavía lo
era mucho más para las comunidades monásticas. Habitualmente los productos
presentes en la mesa de un convento o monasterio eran sencillos debido a la
vida austera y humilde que defendían: (frutas, verduras, hortalizas…) y muy
importante como productos estrella el pan y el vino que estarían presentes en
los refectorios conventuales. El vino era un producto importante considerado
una fuente de energía para combatir las bajas temperaturas habituales en los
monasterios y conventos. Para no caer en un pecado tan grave como la gula en
sus normas estipulaban la cantidad máxima de pan, vino y otros productos que
cada hermano podía tomar al día. Pero esta norma se endurecía notablemente
durante la Semana Santa.
El ayuno era obligatorio durante los viernes de cuaresma Y durante la cuaresma
solo se permitía comer carne a aquellos hermanos enfermos que necesitaban
recuperar su salud.
Actualmente la prohibición de comer productos cárnicos
viene en muchos casos dado por nuestro endocrino, pero no os preocupéis, que
los pinchos y menús que Javier Latorre nos ha preparado para estas jornadas, no
nos van a elevar el colesterol.
Compruébalo participando en las I Jornadas
turístico-gastronómicas “Maridaje de Culturas”
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