domingo, 10 de marzo de 2013

Cuaresma y gastronomía


La jornadas "Maridaje de Culturas" se van a celebrar durante la Cuaresma y no podemos pasar por alto en qué consiste este tiempo litúrgico, para acercarnos a la gastronomía de la cultura cristiana en estas fechas.

La práctica de la Cuaresma data desde el siglo IV, cuando se da la tendencia a constituirla en tiempo de penitencia y de renovación para toda la Iglesia, con la práctica del ayuno y de la abstinencia. Conservada con bastante vigor, al menos en un principio, en las iglesias de oriente, la práctica penitencial de la Cuaresma ha sido cada vez más aligerada en occidente, pero debe observarse un espíritu penitencial y de conversión. Es el tiempo litúrgico de conversión, que marca la Iglesia para prepararnos a la gran fiesta de la Pascua
La Cuaresma dura 40 días; comienza el Miércoles de Ceniza y termina antes de la Misa de la Cena del Señor del Jueves Santo. El color litúrgico de este tiempo es el morado que significa luto y penitencia. Es un tiempo de reflexión, de penitencia, de conversión espiritual; tiempo de preparación al misterio pascual.
 
La duración de la Cuaresma está basada en el símbolo del número cuarenta en la Biblia. En ésta, se habla de los cuarenta días del diluvio, de los cuarenta años de la marcha del pueblo judío por el desierto, de los cuarenta días de Moisés y de Elías en la montaña, de los cuarenta días que pasó Jesús en el desierto antes de comenzar su vida pública, de los 400 años que duró la estancia de los judíos en Egipto.
 
Si para la población en general, la prohibición de comer carne y productos derivados durante la cuaresma era estricta, todavía lo era mucho más para las comunidades monásticas. Habitualmente los productos presentes en la mesa de un convento o monasterio eran sencillos debido a la vida austera y humilde que defendían: (frutas, verduras, hortalizas…) y muy importante como productos estrella el pan y el vino que estarían presentes en los refectorios conventuales. El vino era un producto importante considerado una fuente de energía para combatir las bajas temperaturas habituales en los monasterios y conventos. Para no caer en un pecado tan grave como la gula en sus normas estipulaban la cantidad máxima de pan, vino y otros productos que cada hermano podía tomar al día. Pero esta norma se endurecía notablemente durante la Semana Santa. El ayuno era obligatorio durante los viernes de cuaresma Y durante la cuaresma solo se permitía comer carne a aquellos hermanos enfermos que necesitaban recuperar su salud.

Actualmente la prohibición de comer productos cárnicos viene en muchos casos dado por nuestro endocrino, pero no os preocupéis, que los pinchos y menús que Javier Latorre nos ha preparado para estas jornadas, no nos van a elevar el colesterol.

Compruébalo participando en las I Jornadas turístico-gastronómicas “Maridaje de Culturas”

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